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Opinión

Tres décadas y los retos siguen vigentes: Elsa Cordero

La Colectiva Nacional 50+1, el Senado de la República y la Federación de Mujeres Universitarias convocó al conversatorio “a 30 años de Beijing, logros y retos” a través de 3 paneles que abordaron la experiencia de  participantes de Beijing, los avances y las deudas pendientes que tiene México respeto la Plataforma de Acción de Beijing, y los retos que en materia de cuidato hay, desde los panoramas legislativos, de políticas públicas y en la iniciativa privada. Lo cual ameritó una extensa jornada de trabajo, reflexión y compromiso.

Fue muy interesante escuchar de viva voz, a algunas de las mujeres que participaron en la conferencia hace 30 años, Amalia García, Gabriela Delgado, Clara Jusidman, Guadalupe Gómez Maganda, Martha Lucía Mícher y Silvia  Hernández, ellas relataron las dificultades y retos que tuvieron que afrontar para crear el grupo de mujeres que asistirían en representación del país, el cual tuvo la fortuna de ser un grupo heterogéneo, conformado por numerosas mujeres que han sido precursoras y por fortuna incansables en los quehaceres para lograr la igualdad de género. Si en el presente todavía enfrentamos los retos que día a día podemos enlistar, trasladarnos a 3 décadas atrás, significa encontrar una realidad muy distinta a la actual, las participantes revelaron cómo incluso se tuvieron que acuñar nuevos términos, hoy presentes ya en nuestra comunicación diaria, que para la época parecían términos inacabados e inalcanzables, como perspectiva de género, transversalidad de derechos, empoderamiento femenino, autonomía económica, diversidad de familias y la participación en la toma de decisiones. Desde entonces se pidió con un lenguaje distinto, reconocer el valor del trabajo doméstico y de cuidados y se tuvo en cuenta que los derechos de las mujeres son derechos humanos, por lo cual debían estar en el centro de las decisiones.

Enriquecedor fue conocer cómo se prepararon los cuadernillos que integraban la posición que nuestro país llevaría a la conferencia, el centro fue la lucha por la igualdad de género en un momento áspero y patriarcal.

Con voz optimista, pero no suficiente, se reconocieron los avances que nuestro país ha tenido, pero se hizo mucho énfasis en que se ha entrado en una etapa de retrocesos por algunas condiciones culturales, políticas e incluso económicas, que no pueden justificar de manera alguna dar pasos atrás a los anhelos por los que se trabaja, para la transformación del patriarcado hacía una sociedad de derechos entre iguales.

Los logros que nuestro país tiene en materia de normatividad y políticas de igualdad, si bien son reconocidos y de aplaudirse no han rendido los frutos que se esperan, pues seguimos con altas cifras de feminicidios, niñas que viven en condiciones de violencia, matrimonios forzados y embarazo adolescente. De manera reiterada se hizo patente la necesidad de contar con presupuestos suficientes para lograr la implementación de todo aquello que es necesario para hacer efectivo los derechos de las mujeres y limitar y enfrentar las violencias que se viven a diario, atendiendo además una manera interseccional a las mujeres indígenas y migrantes, cuya protección debe ser reforzada.

La paridad también fue un tema que fue reconocido como un logro, pero en el que de manera franca se hizo patente la deuda que todavía se tiene en presidencias municipales, y en puestos gerenciales y de toma de decisiones en la iniciativa privada.

La brecha de género tampoco fue omitida, llevó al análisis a uno de los temas centrales convocado que fue la implementación de un sistema nacional de cuidados, que no puede construirse sin deconstruir una cultura que ha estereotipado el rol de la mujer y su responsabilidad -común-en las labores de cuidado. Este sistema nacional, que además ha sido integrado en una de las recomendaciones del comité CEDAW ante el décimo examen periódico a México, amerita una serie de cambios en las normas, en las políticas públicas, en los presupuestos, y no debe dejar de incluir la opinión de las organizaciones civiles y de la iniciativa privada. El sistema de cuidados ha venido a renovar el pacto social y  reconociendo a los cuidados como derechos humanos y como bienes públicos, además de ser identificado de manera conjunta, con la igualdad de género, como pilares esenciales para superar la crisis mundial y para garantizar los derechos de todas las mujeres y las niñas mexicanas.

Pero todo aquello que se cree a propósito del sistema nacional de cuidados, amerita perspectivas de interseccionalidad, interculturalidad, sostenibles en el tiempo, provocadoras de masculinidades positivas, y de la participación plena de la sociedad civil, lo que se traduce en impactar en toda la estructura nacional.

Sin duda el ejercicio fue provocador, y muy conveniente para pasar de un comprometido discurso a la acción pública y privada para lograr esta sociedad de cuidados, sobre todo en un momento en el que además se analiza el presupuesto nacional que por fortuna trae una visión transversal para lograr la igualdad de género.

Quienes participamos en el conversatorio, coincidimos con alegría en la posibilidad de tener un punto de partida ya fortalecido desde la normatividad, en la afortunada socialización de temas que son parte de nuestra vida cotidiana pero que no se subían a la agenda pública, y vemos con esperanza todo lo que hay que construir para alcanzar esta participación, de todos quienes formamos la sociedad y no únicamente las mujeres en las labores de cuidado.

No cabe duda que a 30 años de Beijing siguen presentes muchos retos todavía por cumplir, para alcanzar las metas comprometidas.

El afortunado no protagonismo del esposo de la Presidenta.

A propósito de los festejos nacionales, podemos reflexionar sobre lo que significan los estereotipos en la comunicación y en el espacio público. Por primera vez en la historia nacional una mujer dío el grito de independencia, vitoreó con mucha dignidad a las heroínas que nos dieron patria, dejó la composición de un nombre con el “de” para nombrar de manera completa con nombre, apellido materno y paterno a Josefa Ortiz Téllez de Girón, lo cual no fue ajeno a una serie de críticas, que a estas alturas parecen irreales, pero que nos muestran la fuerza de lo que normalizamos, al ser común que a la mujer se le denomine por el apellido de su cónyuge. No es menor lo que significó para el país el grito del 16 de septiembre, una mujer Presidenta, una Comandanta de las fuerzas armadas, una posibilidad para todas las mujeres mexicanas.

Pero además de esto llamó mi atención el contenido sobre las críticas positivas y negativas respecto al esposo de la Presidenta de la República, si lo hizo bien, si lo hizo mal, si debía sonreír y saludar o no, a mí particularmente me da mucha tranquilidad y me gusta el no protagonismo del Doctor Jesús María Tarriba, pues la figura política, la que lleva la representación del país es la Doctora Claudia Sheinbaum, no él, y cuando él se presenta de manera muy digna, acompañándole en eventos oportunos para ello, muestra lo que una pareja debe significar, apoyo, compañía y un lugar seguro y no protagonismos excesivos que derivan de una añeja forma de ejercer el poder. Bien por ello.

Queremos cotidiano el trabajo coordinado entre las instituciones del Estado Mexicano, las organizaciones de la sociedad civil, las mujeres universitarias y  todas las expertas en los temas de igualdad, para lograr los compromisos que desde hace 30 años tenemos como país entorno a la Declaración y Plataforma de Beijing. Queremos cotidianofestejar los avances pero sobre todo trabajar por todo lo que hace falta para lograr una sociedad de cuidados y no una simulación que solo toque parte de una estructura social que debe ser reconstruida casi por completo. Queremos cotidiano presidentas con A que con dignidad destaquen lo que significa la mujer en el poder, mujeres con nombre propio, que el protagonismo sólo lo lleve quien le corresponde, eso lo queremos cotidiano.

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