385 Grados
Tlaxcala

Un legado de libertad: La participación de Tlaxcala en la construcción de México como nación independiente

*Desde las Cortes de Cádiz hasta las guerrillas locales, tlaxcaltecas como Guridi y Alcocer, Herrera y Vicente Gómez dejaron huella en la historia de México.

385 Grados / Tlaxcala / REDACCIÓN / Aunque Tlaxcala no fue escenario de grandes batallas durante la Guerra de Independencia, su aporte al nacimiento de México como nación libre resultó decisivo. Más allá de los cañones y los ejércitos, la provincia defendió su autonomía con ideas, diplomacia y resistencia, a través de hombres que hoy son recordados como los tlaxcaltecas que nos dieron patria.

La aportación tlaxcalteca se distinguió en el ámbito político e intelectual. José Miguel Guridi y Alcocer, sacerdote y jurista originario de San Felipe Ixtacuixtla, representó a la provincia en las Cortes de Cádiz, donde defendió la igualdad política de las colonias y la abolición de la Inquisición. Gracias a su gestión, la Constitución de 1812 se juró en Tlaxcala, consolidando la autonomía provincial frente a los intentos de anexión por parte de Puebla.

Otro protagonista fue José Manuel de Herrera, de Huamantla, quien en 1811 se unió a José María Morelos y redactó documentos fundamentales como los Sentimientos de la Nación. Su trayectoria lo llevó al Congreso de Apatzingán y más tarde a convertirse en el primer ministro de Relaciones Exteriores del México independiente, estableciendo los primeros vínculos diplomáticos con Estados Unidos.

“El aporte de estos personajes muestra que Tlaxcala no solo resistió con guerrillas, sino que también ayudó a forjar el país desde la palabra, la diplomacia y la construcción de instituciones”, subrayó Juan Carlos Ramos Mora, director de Extensión Cultural de la Secretaría de Cultura.

El funcionario enfatizó que la participación tlaxcalteca tuvo un valor estratégico, pues ayudó a consolidar los esfuerzos insurgentes y facilitó el camino hacia la consumación de 1821. En abril de ese año, las tropas realistas fueron expulsadas y las fuerzas de Nicolás Bravo entraron a la capital, sellando la incorporación de la provincia al nuevo proyecto de nación.

No obstante, la etapa insurgente también se vivió con intensidad en el frente local. Entre 1811 y 1814, los movimientos armados se extendieron en municipios estratégicos como Huamantla, Apizaco, Tlaxco, Atlangatepec, Zacatelco, Chiautempan y Calpulalpan. Allí, los grupos insurgentes obtenían caballos, armas y recursos de las haciendas, lo que derivaba en ataques contra propietarios españoles y alimentaba el resentimiento hacia la población peninsular.

En este contexto, líderes como Vicente Gómez, conocido como “El Capador”, y José Francisco Osorno, encabezaron a los insurgentes en la región. Gómez operaba en San Martín Texmelucan y Osorno en los Llanos de Apan y Zacatlán. Aunque la historiografía debate su papel —unos los califican como bandidos y otros los reconocen como jefes insurgentes consolidados—, su figura refleja la complejidad de la insurgencia en Tlaxcala.

Ramos Mora recordó también que, antes de esta fase, la provincia atravesó momentos convulsos: en 1811 y 1812 se registraron hechos significativos como el saqueo de Santa Ana Chiautempan, con daños superiores a los cien mil pesos, y el asalto a la ciudad de Tlaxcala, episodios que generaron gran alarma y mostraron la vulnerabilidad del territorio.

Finalmente, expuso que la historia de Tlaxcala en la Independencia no es la de grandes batallas, sino la de héroes que dieron patria con su pensamiento, su pluma y su resistencia en el campo y en las ideas.

«Hoy, ese legado recuerda que Tlaxcala no solo acompañó la Independencia, sino que fue parte fundamental en la construcción de México», concluyó

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