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Columna | Opinión…Tlaxcala en Acción…Abucheos, huachicol y corrupción

Desde Palacio no hay semana que no se busque un enemigo nuevo para justificar sus fracasos. Hoy, su distractor favorito se llama Ricardo Salinas Pliego. Parece que lo usan como espejo para desviar la atención de lo verdaderamente grave: el desastre moral y económico que este gobierno ha provocado en México.

Deberían entender que cualquier ciudadano tiene derecho a defenderse de los abusos del poder. Si recurrió a la ley, es porque la ley lo permite. Pero no les gusta que la gente se defienda; les gusta imponer, señalar y linchar desde el púlpito presidencial. Esto no es justicia, es venganza política.

Porque, seamos claros: este asunto no es de interés público. Lo que sí importa y lo que a México debería preocuparse, son los abusos cometidos por este régimen que ha hecho del insulto su política y de la impunidad su escudo. Lo público son los contratos entregados a amigos, los desvíos disfrazados de programas sociales, los hermanos incómodos que reparten dinero en sobres y los gobernadores que se enriquecen bajo su sombra.

Queremos ver a una presidencia implacable, sí, pero con los de su propio equipo. Con esos que saquean, que mienten y que viven del erario como si fuera herencia familiar. ¿Por qué no le exigen a Adán Augusto rendir cuentas? ¿Por qué no investigan su enriquecimiento inexplicable, sus evasiones fiscales o el hecho de haber ejercido como notario cuando la ley lo prohíbe? La respuesta es simple: porque si cae él, se derrumba todo el tinglado del poder.

Y es que la corrupción no se combate desde los discursos, ni desde las «mañaneras». Se hace con congruencia, y esa palabra hace tiempo que el gobierno de Morena la borró de su diccionario.

Y por si fuera poco, el huachicol fiscal se convirtió en el nuevo saqueo nacional: una red de complicidades que drena miles de millones mientras el país se hunde en la pobreza.

Se trata del robo del siglo, un mecanismo perverso a través del cual se ha desangrado a México con miles de millones de pesos que deberían estar sirviendo para medicinas, para hospitales, para escuelas, y que en cambio han terminado en los bolsillos de unos cuantos.

Lo que el pueblo quiere ver es que investiguen a los «suyos», que rinda cuentas por ellos, que pongan en orden su propia casa antes de seguir señalando al vecino. Porque ya son muchos los de su círculo con fortunas inexplicables, mientras millones de mexicanos viven al día.

Ustedes han perfeccionado la fórmula del desastre: hacer más pobres a los pobres, empobrecer a los que trabajan y enriquecer a los que gobiernan.

Y encima, se dan el lujo de regalar lo que no es suyo. Ahí están los buques de gasolina enviados a Cuba, como si el petróleo mexicano fuera propiedad personal. ¿Le preguntaron al pueblo si queremos financiar una dictadura socialista? ¿O ya de plano decidieron gobernar nuestros bolsillos y conciencias?

Ya es momento de decirlo con todas sus letras: México necesita un cambio, y lo necesita ya. No de promesas, sino de rumbo. No de eslóganes, sino de resultados.

La revocación de mandato debe dejar de ser una palabra prohibida y convertirse en una opción real para los ciudadanos que ya no quieren ser cómplices de este desorden.

Así como desde Palacio se pidió “déjenme terminar”, hoy el pueblo responde con claridad: no, no más.

Porque los «cuatreros del poder» llegaron cuando millones se quedaron en casa sin votar.

Y esta vez, México no puede volver a dormirse.

Así que para la próxima ya saben lo que hay que hacer.

Ángelo Gutiérrez Hernández.

Presidente del PAN Tlaxcala.

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