385 Grados / Tlaxcala / REDACCIÓN / En la parroquia de San José, un templo cargado de significado para el presbítero Manuel Zamora García, se llevó a cabo la ceremonia eucarística en su honor. Allí fue donde, años atrás, comenzó su camino sacerdotal tras recibir su ordenación, y también donde su comunidad se reunió para darle el último adiós.
La noticia de su fallecimiento, anunciada por la Diócesis de Tlaxcala, conmocionó no solo a los fieles, sino también a políticos y representantes de diversos sectores, quienes se unieron al dolor de la familia con sentidas condolencias. A los 84 años, el padre Zamora dejó este mundo en la capital tlaxcalteca, dejando tras de sí un legado de servicio y fe.
El obispo de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino, encabezó la emotiva ceremonia de cuerpo presente. En un ambiente de recogimiento, los representantes de los decanatos se turnaron para rendir homenaje al sacerdote que durante décadas marcó la vida de muchos con su vocación de ayuda al prójimo. Anecdotas y lágrimas se entrelazaron mientras quienes lo conocieron recordaban su cálida sonrisa y espíritu generoso.
Al término de la misa, los integrantes de la Diócesis formaron un semicírculo, guiados por el Obispo, para despedir con una oración al “padre Zamorita”. El féretro, cargado por un grupo de párrocos, fue escoltado hasta la carroza fúnebre en medio de porras y aplausos, un tributo conmovedor que resonó entre las calles de la ciudad.
El cortejo avanzó e inundó las principales calles de la capital de feligreses, ellos que se quedan con el mejor de los recuerdos.
Si, esas calles que el padre Zamorita recorría para promulgar la fe.
Mientras que en San Nicolisito, donde profesó sus últimos años de sacerdocio, ya el repique constante de las campanas lo recibían para su última morada!
Ahí, entre flores, música y aplausos y el cariño de su comunidad, descansan los restos de un hombre que dejó una huella imborrable en la historia espiritual de Tlaxcala.
